Las monas le dicen a estas dos enormes esculturas en Tijuana y Rosarito.
Las monas, como popularmente se les conoce donde se construyeron, son dos enormes esculturas en forma de mujer, que no sólo representan obras de arte sino que por años fueron viviendas para su autor, creando una nueva corriente de arte sustentable.
La primera escultura la construyó hace más de 30 años, mide casi 18 metros de altura y está hecha principalmente de cemento y algunas partes de fibra de vidrio como el brazo derecho y la cabeza, lo que con el tiempo se ha visto más afectado por las condiciones climatológicas.
Durante cinco años, Armando Muñoz vivió dentro de esta escultura llamada Tijuana Tercer Milenio que se puede observar en la subida rumbo al aeropuerto de la ciudad. En la cabeza estaba el estudio, entre el cuello y los pechos la recamara, en el estomago la cocina y en las piernas el baño con regadera.
La obra fue una mujer porque el vocablo Tijuana es femenino y la hizo con motivo del centenario de esta ciudad.
La segunda obra inició construcción años después y hasta el momento no ha sido terminada, su diseño original era para una ciudad desértica pero por circunstancias se habilitó en Rosarito, frente a Puerto Nuevo y el océano pacífico.
A diferencia de la de Tijuana, «La Sirena» tiene espacios más amplios, es una construcción de cinco pisos y en ella también vivió Armando durante varios años, incluso en dos etapas operó como restaurante.
Ambas esculturas fueron hechas con el propósito de expresar a través del arte y además tener un sentido práctico por la posibilidad de ser una casa o un comercio. Forman parte del proyecto de vida de este escultor que no se quedó con las ganas de hacer las cosas y hoy tal vez sin proponérselo sus obras son íconos urbanos en su localidad.