Así viven los haitianos «el sueño mexicano».
Haití vivió hace 10 años uno de los terremotos más devastadores, alrededor de 200 mil personas murieron y acabó con casi toda la infraestructura del país caribeño que ya de por sí enfrentaba una crisis económica.
Esto generó una ola migratoria principalmente hacia Brasil donde necesitaban trabajadores para las obras del Mundial de Futbol 2014 y los Juegos Olímpicos de 2016.
Terminando los eventos deportivos se redujeron drásticamente los empleos en Brasil y eso provocó de nuevo un flujo migratorio pero hacia el norte, hasta Estados Unidos donde se permitía el ingreso de haitianos por razones humanitarias a raíz del terremoto de 2010.
Cuatro años han pasado desde la llegada de las primeras caravanas de afrocaribeños a territorio mexicano. En el albergue llamado Little Haití en Tijuana, familias siguen a la expectativa sobre su futuro, llegaron para pedir asilo en Estados Unidos pero por ahora no lo quieren hacer por temor a ser deportados hasta su país y es que el gobierno estadounidense ya no los está recibiendo como antes.
El albergue se ubica en una colonia marginada, en el Cañón del Alacrán de la Delegación Playas de Tijuana, en él comparten hombres, mujeres y niños. Duermen en casitas de campaña, se distribuyen las tareas, lavan su ropa a mano y cocinan con leña. No ha sido fácil su adaptación, pero de algo sí están seguros: viven mejor que en su país.
Es notoria su presencia en México, en primer lugar por su color de piel, pero también por sus ganas de trabajar, en lo que sea, en fábricas, oficinas, mercados, construcciones o en las calles como vendedores. Aunque al principio hubo rechazo por algunos debido a su intempestiva llegada, se han ido ganando la simpatía de la población.
Una bebé «México-haitiana».
Mila es una hermosa bebé «México-haitiana», sus papás son Jasnel Dorne y Paola Zalapa. Es la mejor representación de la mezcla de dos comunidades, dos naciones, dos culturas.
Jasnel fue uno de los primeros haitianos en llegar a México, una difícil y larga ruta migratoria, también venía con el propósito de cruzar a Estados Unidos pero decidió quedarse aquí. Es músico, habla inglés, español, criollo, francés, portugués y un poco de alemán, quiere estudiar la licenciatura en idiomas, de hecho ya está dando clases de inglés y francés.
Conoció a Paola en un concierto cristiano, poco a poco se fueron tratando y ahora son una familia «México-haitiana» en la frontera con Estados Unidos.
En 2010, haitianos en México eran contados por decenas y ahora por miles, personas que están llegando a un país con muchas problemáticas como inseguridad, pobreza y desigualdad pero que para ellos representa una mejor calidad de vida. El sueño americano para los haitianos ahora es el sueño mexicano.