Las sexoservidoras son uno de los grupos más vulnerables durante la pandemia.
Las sexoservidoras de la zona norte en Tijuana, a las que algunos llaman «paraditas» están sufriendo por el Covid19, pero no por el número de casos de contagio entre ellas, sino por la disminución de los clientes que ha impacto en sus ingresos económicos.
El estigma de su oficio pareciera que las deshumaniza, que hace olvidar que son madres de familia, hijas, hermanas, integrantes de la sociedad con las mismas necesidades.
No hay estadísticas oficiales sobre los casos de trabajadoras sexuales contagiadas por Covid19, pero por ejemplo de las aproximadamente 150 mujeres que han acudido durante la pandemia a PrevenCasa, una asociación civil que ayuda a este sector, ocho han presentado síntomas y cuatro fueron confirmadas con Covid19.
Esta muestra pareciera contradictoria a la naturaleza del oficio sexual, pues implica contacto físico, sin la sana distancia que tanto recomiendan las autoridades y ellas lo saben, pero la necesidad predomina sobre el miedo a contraer la enfermedad.
No besar, extremar medidas de higiene y usar cubrebocas durante las relaciones sexuales son las principales recomendaciones para estas trabajadoras. Están consientes pero dicen que es muy difícil que los clientes lo entiendan.
Aún así las autoridades hacen el esfuerzo por tratar de atender a este sector y de manera periódica realizan jornadas de salud con pruebas gratuitas y la entrega de preservativos, antibacteriales y cubrebocas.
Nadie se salva del covid19, ya sea a través del virus o su impacto económico y social. Las sexoservidoras son uno de los grupos más vulnerables porque difícilmente pueden (aunque quieran) cumplir con las recomendaciones de salud y su economía ha sido también una de las más golpeadas por la pandemia.