Los productos comerciales forman parte de la vida de cualquier persona.
Tras los imponentes muros de una cárcel hay aspectos que muchos desconocen, por ejemplo, en la mayoría existen tiendas que operan como los famosos oxxo´s por dar una referencia.
Aquí de botanas o antojos venden desde papitas sabritas y galletas gamesa hasta pastillas halls y conos y vasos de nieve. Bebidas como coca cola de dos litros y 600 mililitros o agua embotellada. Alimentos como pan de barra, cereal y cartones de leche, por mencionar algunos productos.
Esta es la tienda dentro del área femenil de la penitenciaría de Tijuana donde mantienen privadas de su libertad a 330 mujeres con distintos perfiles. Además de las botanas y bebidas, venden platillos especiales, sobre todo los fines de semana por si las internas quieren algo diferente a la comida del día, como pizzas, hamburguesas, tortas, burritos, pollo, carne o pescado.

También venden artículos de higiene personal como rollos de papel, pasta dental, jabón corporal, desodorantes, toallas femeninas, rastrillos, cortaúñas y frascos de vaselina.
En cuanto a costos o precios son muy similares a los de los comercios en el exterior pero aquí a diferencia de las tiendas convencionales, las clientas no portan dinero en efectivo o tarjetas bancarias, cada una tiene un número de expediente y saldo que lo obtienen de lo que sus seres queridos les depositan desde el exterior o lo que se ganan trabajando en ciertas áreas del penal.
La proveeduría es responsabilidad del centro carcelario pero la administración y operación corre a cargo de las mismas mujeres privadas de su libertad.
Las tiendas se vuelven fundamentales dentro de la dinámica de los centros penitenciarios, porque los productos comerciales forman parte de la vida de cualquier persona, en libertad o pagando una condena por algún delito.