De la Lázaro a Harvard, una historia verdadera…

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Iván Salinas Amaral

Un testimonio de éxito e inspiración para jóvenes y padres de familia.   

Pocas veces una mamá o un papá comparten con tanta claridad y honestidad un testimonio como el de Silvia Amaral y su familia. Una historia que nos deja varias lecciones y reflexiones y que queremos comunicar a través de www.SiempreEnLaNoticia.com

Agradecemos a Silvia por permitirnos publicar su texto que a continuación mostramos de manera íntegra:

Desde niña fui muy curiosa, extremadamente curiosa diría mi papá, tanto que para evitar tener que responder a todas mis preguntas prefirió comprarme la enciclopedia de “Los mil y un por qués“. Así transcurrieron mis primeros años, llenos de magia y deseos de aprender.

Durante toda mi educación primaria en el Colegio Mentor Mexicano, logré estar siempre en el primer lugar de mi clase. En sexto grado, tuve la oportunidad de ir a conocer al entonces Presidente de la República, el Lic. Miguel de la Madrid, y pasar una semana en la Ciudad de México junto con otros 12 alumnos distinguidos. Así nos denominaban, ya que fue un premio al haber sido seleccionada en la que ahora se conoce como la Olimpiada del Conocimiento como una de los 13 mejores estudiantes de Baja California.

Ese mismo año de 1982, también tuve el honor de recibir el premio al primer lugar por la mejor composición literaria en un concurso estatal para alumnos de sexto grado. Mi formación durante la escuela secundaria fue igualmente buena, con muchas satisfacciones en el ámbito académico, pero en la preparatoria las cosas empezaron a cambiar. Yo deseaba por primera vez ser “normal“, dejar de cargar con el peso de la exigencia de mis antiguos logros, así que habiendo sido seleccionada para el Bachillerato Internacional en la PFLC, y tomando en cuenta además las dificultades económicas que mi familia tenía en ese momento, opté por declinar ese ofrecimiento.

Seguí siendo buena estudiante, mas no extremadamente aplicada como solía ser. En parte porque en mi vida personal se presentaron varias situaciones difíciles, pero principalmente porque de alguna manera me había convencido de que ser destacada, significaba ser estigmatizada. Para quien no lo ha vivido tal vez podría parecer increíble, pero sí, también existen estigmas por cosas aparentemente positivas. Esto provoca un aislamiento que llega a ser difícil de sobrellevar.

En fin, terminé la preparatoria y al ser tan curiosa, me planteé la posibilidad de tomarme un año sabático para ser sobrecargo y viajar, esto antes de empezar a estudiar una carrera. Sin embargo, sí fui contratada por una aerolínea, pero para el puesto de Agente de Ventas y Servicios, que igualmente me permitió viajar, conocer a mi actual esposo y tener tres hermosos hijos. Por este motivo, y al haber sido mamá poco antes de cumplir los 21 años, yo no cursé una carrera universitaria. Aquí es donde comienza la historia de quien sí lo hizo, y no solo eso, sino que está por culminar su maestría en Harvard, mi hijo mayor Iván Salinas Amaral.

Él al igual que yo, nació con hambre de conocimiento, desde que comenzó a hablar demostró una gran inteligencia y una tremenda perseverancia. Era un niño para quien la frase “no se puede” era inexistente, ya que siempre se las ingeniaba para lograr sus objetivos. En preescolar estuvo en el Jardín de Niños Luz María Serradel, una escuela pública, y durante primero y segundo de primaria en la escuela Leona Vicario, también de gobierno. Sin embargo, antes de que concluyera el último ciclo escolar que cursó ahí, me di cuenta de que su potencial estaba siendo desperdiciado. Aunque en ese entonces no contábamos con los medios suficientes para pagar una escuela privada, me propuse buscar una beca.

Gracias a Dios y a la intervención de personas nobles, aunado a la gran capacidad de mi hijo, fue aceptado para cursar de tercero a sexto en el British American Institute (antes llamado British American School). Durante esos cuatro años, tuvo una educación de alta calidad totalmente en inglés. En la secundaria, fue un buen alumno que ganó, junto con otro de sus compañeros (que también es su mejor amigo desde entonces), el primer lugar en el Concurso Científico del Colegio La Paz durante tres años consecutivos. Aún sin esforzarse mucho, logró graduarse con promedio final de 9 en su Certificado de Secundaria. Debido a esto, le ofrecieron una beca parcial en el CETYS, pero yo quería que estudiara en la PFLC, con la ilusión de que él si pudiera entrar al Bachillerato Internacional.

Transcurrieron los meses, y aunque Iván ya había empezado a tomar y a fumar desde tercero de secundaria, al empezar a cursar el primer semestre de preparatoria los problemas se intensificaron. No solo se salía de las clases para fumar, sino que empezó a juntarse con muchachos muy rebeldes, que lo retaban a hacer cosas que incluso ponían en riesgo su integridad, tales como dejarse golpear como parte de un juego para ver quién aguantaba más golpes. Estaba muy asustada al no tener experiencia previa, pues se trataba de mi hijo mayor y yo contaba con tan solo 36 años. Sentía que se me acababa el mundo, no quería que mi hijo terminara mal. La cuestión académica era la última de mis preocupaciones, porque incluso empecé a temer que se iniciara en el consumo de drogas.

Mi esposo fue un gran apoyo en ese entonces en cuanto a la situación de mi hijo, ya que iba a buscarlo en horario de clase para cerciorarse de que realmente estuviera en la escuela. Lo espiaba cuando se salía, y varias veces se acercó para que él se diera cuenta de que estábamos pendientes de su comportamiento. Al parecer esto funcionó, pero solo hasta cierto punto, porque seguía interesándose poco por destacar a pesar de tener todo para hacerlo. Finalmente sucedió lo lógico, llegó una tarde con su boleta y me dijo que había reprobado una materia, esto por faltas. En ese momento me enojé mucho y le dije que obviamente su oportunidad para entrar al Bachillerato Internacional había quedado descartada, y que me asustaba que terminara desertando de la escuela, o peor aún, que se volviera adicto a las drogas, ya que la mayoría de sus amigos se drogaban.

Después de varios incidentes desagradables, incluso pensé en inscribirlo en una escuela militarizada. Después de haber llorado mucho y en mi momento de mayor desesperación, tuve una idea maravillosa, que yo considero vino de Dios. Una tarde en que estaba muy triste, de repente pasó por mi mente la palabra “Harvard”, e inmediatamente la escribí en el buscador de mi computadora. A continuación, sucedió algo que cambio nuestras vidas, apareció un anuncio de cursos de verano para estudiantes de preparatoria y con posibilidad de beca. Cabe mencionar que mi hijo es ciudadano estadounidense, además de mexicano, esto ayudó con lo del apoyo financiero. Después de hacer algunos trámites de solicitud, y tener que escuchar que lo único que yo quería era deshacerme de él, fue aceptado para el curso de un mes.

Ese verano fue determinante, ya que se dió cuenta del nivel de educación al que podía aspirar, y regresó decidido a esforzarse para lograr entrar a una muy buena universidad. En el invierno de ese mismo año iniciamos con las aplicaciones a las universidades, pero al no contar con conocimiento de cómo se llevaba a cabo este proceso en Estados Unidos, desgraciadamente no fue aceptado. Aún así no perdimos la esperanza, en el verano del siguiente año regresó a otro curso de Harvard, esta vez de dos meses, para aprender chino mandarín.

No asistió a su graduación para poder llegar a tiempo al curso y me entregó una boleta con puros dieces de su último semestre, en él se estaba gestando una verdadera transformación. Al regresar del curso se dedicó a estudiar para los exámenes estandarizados y sacó muy buen puntaje. Iniciamos con el proceso de aplicaciones, el cual tomó alrededor de 5 meses, y se enviaron en total 13 solicitudes a las mejores escuelas de Estados Unidos, incluyendo todas las de la Ivy League.

Para el envío de la última aplicación y después de haber hecho alrededor de 20 ensayos, Iván estaba exhausto y ya no quería enviar nada más, esta aplicación era de Cornell University. Ya se había hecho casi todo y solo faltaba terminar ese último ensayo y enviar el formato, así que tuve que obligarlo estando en la librería Borders de Plaza Bonita, y pedirle que no se levantara del sillón hasta haber concluido con eso. Unos meses más tarde a finales de marzo, llegaron las respuestas y, para mi alegría, fue aceptado en 3 escuelas, siendo la mejor Cornell. Le estaban otorgando un 90% de beca y boletos para que fuera a conocer la Universidad, ese fue sin duda uno de los mejores días de mi vida.

Iván estudió Economía y Gobierno (2 carreras al mismo tiempo, también llamadas majors), y tres subcarreras o minors, varias veces estuvo en el cuadro de honor. Una vez que salió de ahí, estuvo trabajando en Citi en Nueva York y después en Black Rock, siempre con la idea de estudiar una maestría en negocios (MBA). Así que tres años después de haber salido de la Universidad, inició con el proceso de aplicaciones para la maestría, no sin antes haber estudiado durante más de un año para el examen estandarizado. En este caso yo ya solo me limité a alentarlo, él hizo todo lo demás y de qué manera. Cuando le dieron respuesta, lo aceptaron en casi todas las mejores Universidades, incluyendo Harvard Business School, que es donde actualmente está cursando su último semestre.

Quiero compartirles con orgullo que además de Iván, tengo otros dos hijos, Ignacio y Viviana. Nacho también estudió en Cornell, siguiendo los pasos de su hermano, sus calificaciones fueron extraordinarias y también estuvo varias veces en el cuadro de honor. Además, se dedicó a hacer servicio comunitario durante todos sus años de Universidad, y está pensando en aplicar para la maestría próximamente. Viviana actualmente está estudiando en una magnífica Universidad de California, donde ha demostrado ser una alumna por demás dedicada, obteniendo cuadro de honor en todos sus cuatrimestres desde que ingresó en 2019.

Así que quiero aconsejarles que tengan grandes expectativas, para que puedan lograr grandes cosas. Si por alguna razón ustedes no tuvieron la oportunidad de ir a la Universidad, como me ocurrió a mi, sí pueden apoyar a sus hijos, sobrinos, nietos, amigos, etc. a intentarlo, y a saber que con Dios todo es posible.

Mateo 19:26

Y mirándolos Jesús, les dijo: Para los hombres esto es imposible; mas para Dios todo es posible.

Esta nueva publicación contiene parte de la información de mi publicación de noviembre de 2018, que narraba la historia de mi hijo hasta antes de ser aceptado en Harvard Business School.

Iván Salinas Amaral, estudiante de Harvard
Iván Salinas Amaral, estudiante de Harvard